Los intendentes de la provincia de Buenos Aires tienen sus cuentas en rojo, agravado por el inicio de la pandemia en la Argentina. En ese contexto, no tienen otra solución más que acudir al presidente Fernández y al gobernador Kicillof.
Las partidas presupuestarias y los créditos blandos se han vuelto vitales para los municipios, no para afrontar obras sino para afrontar los gastos corrientes. La soga les llega al cuello. Hay quienes estipulan que para recuperarse de esta crisis y volver a pensar en construir una escuela o un hospital en sus territorios habrá que esperar, por lo menos, dos años.
Tras 45 días de aislamiento social y obligatorio y con la incógnita acerca de qué ocurrirá partir del 10, cuando vence la última prórroga que estipuló presidencia. Este mes será el primero, desde el estallido de la enfermedad, en el que los comerciantes y las industrias deberán pagar la cuota TISH (Tasa de Inspección, Seguridad e Higiene). Un nuevo transtorno para los pequeños, medianos y grandes empresarios.
El presidente Fernández por su parte, pidio a los intendentes de cualquier signo político, que recurran al gobernador Kicillof, diferenciando la gestión de uno y otro. De esta manera y en los últimos días Kicillof se gano la simpatía obligada de los intendentes que componen la provincia de Buenos Aires.
